lunes, 23 de abril de 2012

LA PRINCESA MARIPOSA

      LA PRINCESA MARIPOSA

Para Elena, de su madre.
     Había una vez una linda princesita llamada Elena, que vivía con sus papas y su hermanita Laura en un palacio, y a la que le gustaban mucho los animales, sobre todo las maripositas, jugaba con los animalitos y los cuidaba y protegía.

      Una malvada bruja, secuestró a  la princesita y la encerró en una jaula en la torre de un viejo castillo en ruinas para pedir un rescate a sus padres.

      La niña estaba muy triste y las maripositas acudieron en su ayuda. Aprovechando que la bruja dormía cogieron la llave levantándola entre todas. 

       Consiguieron abrir la puerta, pero Elena no pudo escapar por que el pasillo terminaba abruptamente en un precipicio y la escalera de madera que usaba la bruja pesaba demasiado para las maripositas.

      A la noche siguiente la reina de las mariposas le ofreció transformarla en mariposa para poder escapar, pero debería cumplir una serie de condiciones si quería volver a ser una niña.

     La reina envolvió a la niña en un manto de seda y la transformó en mariposa. Acto seguido escapó de su prisión y llegó al palacio de sus padres, apenas rayaba el día.

       Por la noche fue a  la habitación de sus padres y esperó a que se durmieran, se acercó a su madre y la habló en sueños, pues es el único momento en que los seres humanos pueden entender lo que les dicen los animales.

     Le contó como había escapado de la bruja y que si quería verla de nuevo en su forma original debería subir al Cerro de los Peligros, a la Cueva de las Maravillas y contarle cosas que la hicieran desear volver a ser una niña. Pues por otro lado el Hada Tiniebla intentaría convencerla para convertirse en una mariposa como ella.

     Voló hacia la Cueva de las Maravillas, hacía mucho viento pero en el camino la ayudaron a llegar una bandada de pájaros a los que ella había ayudado antes muchas veces.

     Escogió un rincón y comenzó la trasformación. El hada Tiniebla estuvo tentando a la princesita con lo maravilloso que sería transformarse en un ser bello, etéreo y poderoso como ella, y asustándola con la posibilidad de que si ella no se quería transformar y  su madre no llegara o desistiese de recuperarla, si esto ocurriese moriría. Pero la princesita aguantó con la seguridad de que su madre llegaría y sabiendo que la quería.

     Y antes de los 3  días y tras pasar algunas calamidades y peligros, tales como perder una  parte de las provisiones, su madre llegó a la cueva, muy al pesar de Tiniebla, quien no había sido ajena a alguna de estas trampas.

     Y la madre esperó y esperó, hablándola de cuanto la quería, de cuando era pequeña, de lo bonito que es crecer, y otras veces con su ternura y su silencio plagado de amor.

     Se acabaron las provisiones, pero aún así esperó y aguantó gracias al agua de un manantial cercano y no fue en vano, un par de días después la crisálida comenzó a moverse, a quebrarse, y por fin salió Elena, con dos enormes alas, húmedas todavía. Aún y así, su madre fue hacia ella y le dijo lo mucho que la quería y que la aceptaba así, tuviera el aspecto que tuviera. Y que la protegería de quien hiciera falta.

     Se abrazaron y las alas se cayeron de su espalda, dejándole dos pequeñas marcas como recordatorio, y se fue con su madre, quien le había guardado nueces, chocolate y un trocito de pan para que recuperase las fuerzas.  Entonces fue cuando Elena supo que había hecho la elección acertada, quedarse donde de verdad era amada.

     Madre e hija comenzaron el regreso a su hogar después de un peligroso descenso por la escarpada ladera del monte.

     Juntas divisaron el castillo a lo lejos, lo que les dio renovadas fuerzas para llegar.

     A su llegada, al amanecer, la mañana de mayo y los animalillos del bosque las recibieron con alegría.

   Luego, cuando llegaron a casa, las estaban esperando el papá y la hermanita, y todos aquellos que las querían, y todos fueron felices para siempre. Unidos por la certeza de que el amor lo vence todo.


FIN

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